La historia del Camino de Santiago se remonta al siglo IX con el hallazgo del sepulcro de Santiago el Mayor(1), evangelizador de España. El hallazgo de este santo mausoleo está rodeado de una magia popular que en vez de distorsionar ha guardado y llenado de color a lo largo de los siglos.
Según cuenta la Concordia de Antealtares, en la primitiva diócesis de Iría Flavia (cerca de la actual Padrón). - Un ermitaño llamado "Pelayo" que vivía en Solobio, en el bosque de Libredón, empezó a observar durante las noches resplandores misteriosos, los feligreses de la antigua iglesia de San Félix de Solobio, al pie del bosque, participan de estas visiones.
El obispo iliense Teodomiro acude al bosque y halla el mausoleo sepulcral donde reposaban tres cuerpos, atribuyéndolos a Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Anastasio.
Teodomiro visita la corte ovetense de Alfonso II para informarle de tan fenomenal suceso. El monarca organiza un viaje a este lugar, y al llegar al citado "Campo de Estrellas" (Compostela) manda la construcción de una pequeña iglesia de estilo asturiano, que ha sido constatada por las excavaciones arqueológicas.
Teodomiro traslada la sede episcopal a este lugar y muere en el año 847 (en las excavaciones arqueológicas ha aparecido su lauda sepulcral)
Desde ese momento, queda establecida la tumba del apóstol en aquel mágico lugar, muy próximo al cabo de Finisterre, punto situado en el extremo occidental de Europa. El camino a Finisterre era indicado desde cualquier lugar de Europa por las estrellas de la «Vía Láctea». En siglos pasados se creía que allí se acababa el mundo y que el Atlántico era «la tumba del sol». Posiblemente estos hechos geográficos y astronómicos ayudaron a reforzar el magnetismo que desde entonces provocó en millones de almas la ruta jacobea ya que fue trascendental, deslumbró y conmovió profundamente a los pueblos del Occidente Medieval.
Fue tan importante el hallazgo en el viejo continente que en la literatura y representaciones medievales se concede al emperador Carlo Magno un importante papel en el descubrimiento del santo sepulcro.
¿PORQUE DEL CAMINO?
Un camino con doce siglos de historia no tenemos mucho que explicar del porque. Rutas de cientos de kilómetros y de ramales para llegar a tu destino y luego caminar un poquito mas hasta el “final del mundo” al que han llegado reyes, papas, caballeros, monjes, hospitalarios, peregrinos procedentes de todos puntos de Europa e incluso de otros continentes. Y un itinerario con etapas en múltiples regiones, reinos y países CUENTA con leyendas, curiosidades y milagros que lo hacen único.
Es una ruta que recorren los peregrinos procedentes de todo el mundo para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, donde se veneran las reliquias del apóstol Santiago. Durante toda la Edad Media fue muy concurrido, después fue ligeramente olvidado y en la actualidad ha vuelto a tomar un gran auge.
Los que acuden en bici, a caballo o a pie a Compostela son los últimos de una lista infinita de peregrinos que a lo largo de los siglos han vivido la experiencia del Camino. La tradición jacobea está impregnada de curiosidades, leyendas y milagros que ha sido recogidas por códices como el Codex Calixtinus de Aymeric Picaud o que se han difundido entre peregrinos de forma oral.
El Camino Francés y las rutas francesas del Camino fueron declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad; Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa y ha recibido el título honorífico de Calle mayor de Europa.
(1)---Se sabe que tras la muerte de Cristo, Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, inicia su labor apostólica en Jerusalén.
Posteriormente, pudo embarcar hasta alcanzar algún puerto de Andalucía en cualquier carguero que comunicaba comercialmente Hispania con Palestina.
Su misión evangelizadora comenzaría en el sur de Hispania para posteriormente desplazarse al norte por tierras portuguesas llegando hasta Iria Flavia, ya en Galicia.
Posteriormente se dirigiría hacia el este de la península para partir, de nuevo, hacia Palestina, desde la costa mediterránea española.
A su llegada a Palestina y tras incumplir la prohibición de predicar el Cristianismo, fue decapitado en tiempos de Herodes Agripa. Según la tradición, su cadáver fue robado por los discípulos Atanasio y Teodoro y llevado en barco de nuevo a tierras españolas, en concreto a Iria Flavia
Ultreia Et Suseia
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