8 RAZONES POR LAS QUE
DEBES HACER EL CAMINO DE SANTIAGO.......
Estás cansad@ de oír
hablar del Camino, pero la verdad es que no tienes más que prejuicios poco
fundados, ideas vagas, testimonios maravillados de gente conocida que lo ha
hecho, opiniones despectivas de quienes nunca lo harían porque lo conciben
únicamente en un sentido religioso… Un cacao mental que te tiene indecis@ y aún
no sabes si merece la pena dedicarle a esto esos preciados días de vacaciones o
no. Porque las vacaciones son para disfrutar, no para sufrir arrastrando la
lengua a lo largo y ancho de España, ¿no? Pues si me concedes unos minutos, te
daré ocho buenas razones para calzarte las botas y echar a andar sin mirar
atrás. Y además, morir de gusto aunque termines caminando como Fraga.
1. ES IDEAL COMO
PRIMERA EXPERIENCIA.
Si aun no te has
iniciado en este tipo de viajes menos “vacaciones relax” y más “espíritu aventurero”,
el Camino de Santiago ofrece unas condiciones, una afluencia de peregrinos y
una infraestructura única que te permitirá, sin lugar a dudas, realizarlo con
éxito. Hay estupendas y completísimas guías y una cantidad ingente de
información, disponibles en todo tipo de formatos, que te pondrán en
conocimiento de lo importante por muy novat@ que seas.
No importa si te
pierdes, siempre habrá alguien que te oriente; no importa si te haces daño,
siempre habrá alguien que te ayude; no importa si no sabes, estás en el lugar
ideal para aprender.
2. SEAS QUIEN SEAS y
CUALES SEAN TUS MOTIVOS.
En general podriamos
hacer cuatro grupos cada uno de lo mas variopinto y sin nada en comun entre
ellos....
Están quienes lo
hacen:
·
con
un sentido religioso y, de alguna forma, se sienten más cerca de la entidad
divina.
·
con
un sentido búsqueda espiritual, pero desligada de la fe religiosa. (gente que
necesita desconectar)
·
con
un sentido deportivo y/o disfrutar de unas vacaciones al aire libre y en la
naturaleza.
·
Y
ya por ulitmo tenemos a los caminantes los que tan solo pensamos en la
siguiente fecha para caminar.
3. VALORAS LAS COSAS
SENCILLAS DE LA VIDA.
Valoras una ducha de
agua caliente, que una mujer mayor te de un vaso de agua, que un peregrino
comparta su comida contigo, el simple saludo de una persona que te cruzas, el
cruce de unas palabras o el intercambio de unas sonrisas.
Nunca te parecerá tan
pesada una camiseta de sobra como cuando lleves todo el peso de tu equipaje a
cuestas.
Redescubrirás el
incalculable valor de una buena comida cuando tu cuerpo haya agotado todas sus
energías por décimo día consecutivo en una de esas etapas cuyo perfil parece el
electrocardiograma de un taquicárdico. Comprenderás que el exceso, cuando
tienes que cargarlo a la espalda, se paga, e irás abandonando todo lo que has
entendido que no necesitas y solo es un peso muerto.
Comprenderas que lo
que en tu día a día es necesario, durante el camino se convierte en un premio,
del mismo modo te das cuenta que las cosas que pesan en tu mochila sin que te
sirvan de nada son una carga y la dejaras de lado.
Y todo lo que
aprendas sobre esto, lo valioso y lo necesario, es una de las lecciones más
importantes que te llevarás de vuelta para tu vida. No olvides no olvidarlo y
todo lo que aprendas lo llevaras en tu mochila de la vida y esa no pesa, por
que el conocimiento y las vivencias siempre las tendras presentes
4. PUEDES HACERLO A
TU MANERA.
Y es que lo hagas
como lo hagas saldrá bien. Puedes hacerlo sol@ o acompañad@; de hecho, mi
consejo es que lo hagas de ambas formas y obtendrás dos experiencias
diametralmente distintas pero igualmente útiles y enriquecedoras. No es peligroso
en absoluto hacerlo sola, aunque seas mujer y toda tu familia y amig@s se echen
las manos a la cabeza. Puedes seguir el manual o improvisar tal y como vayan
viniendo las cosas. Puedes adaptarte al ritmo de otros o llevar el tuyo propio
para ir conociendo cada día personas nuevas. Puedes hacer etapas maratonianas o
activar el modo paseo.
Puedes elegir un
camino sinuoso que te lleve por la costa, adentrándote en bosques de esos que
inspiran toda una mitología, puedes enfrentarte cuerpo a cuerpo con la montaña
o cruzar la vasta, polvorienta e interminable Meseta Central. Puedes poner a
prueba tu voluntad y tus fuerzas o caminar sin prisa, distraídamente,
contemplando cada detalle del escenario donde todo puede suceder y donde puede
no pasar nada, salvo tú. No te obsesiones con las guías ni con los consejos
dogmáticos de los que lo saben todo y más: puedes hacerlo como tú quieras.
5. NO TIENES QUE
DEJARTE UN DINERAL.
Es
un motivo más prosaico y menos existencial pero, no vamos a engañarnos, es una
cuestión decisiva en muchos casos. Aún podrás encontrar albergues donde, para
poder pasar la noche, es suficiente que dejes un donativo a tu criterio. La
mayor parte de los albergues municipales que encontrarás no exceden los 6€
(este es el precio estándar) y en su mayoría disponen de cocina, lo cual
también evita el gasto que supone comer en un restaurante y te permite hacer
comidas variadas y completas por lo que te cuesta la compra en el súper. Y por
un poco más, a partir de 10€ la noche, tienes albergues privados donde también
dispones de todos los servicios (algunos están realmente bien y tienen unas
instalaciones maravillosas).
Así, cubiertas tus
necesidades básicas (comer y dormir), lo que quieras gastarte en cañas para
recuperarte de la dura jornada ya es cosa tuya… No olvides que el peregrino
agradece y el turista exige: sé realista y coherente con lo que estás haciendo
y a dónde vas, no esperes un resort spa 5 estrellas.
6. UN MODO ÚNICO DE
RELACIONARTE CON PERSONAS AFINES.
Para esto de las
relaciones humanas el Camino de Santiago es
un hábitat único,
como una especie de microclima donde las reglas imperantes no son las mismas a
las que estamos acostumbrad@s. La relación con los demás se da de una forma
natural, no viciada, sin sospechas: hay una sintonía general donde, a pesar de
las profundas diferencias entre unos y otros, tod@s avanzamos en la misma
dirección y compartimos los mismos dolores en las rodillas y la espalda. No
conozco otra dimensión donde la generosidad y la empatía sean las dueñas y
señoras, donde se te acepte desde el primer segundo tal cual eres y así de
hecha un cuadro como vienes.
En serio… es
flipante. No necesitas preguntar la hora ni anteponer pretextos para que no
crean que estás loca, que escondes algún interés o que no tienes amigos; sólo
tienes que acercarte con una sonrisa y reconocer a la persona que te la
devuelve. Obviamente siempre sentirás mayor inclinación por unas personas que
por otras, pero sabes que todo aquel que es peregrin@, como tú, es un valor
seguro porque hay algo, en alguna parte, que sin haberos visto jamás os está
uniendo y puedo asegurar que eso se siente (y no, no me drogo).
Sin duda, algunas de
las experiencias más maravillosas que he tenido la ocasión de experimentar
durante El Camino tienen nombre y apellidos y, aunque no todas hablen mi
lengua, todas entienden mi idioma.
7. NUNCA HAS HECHO
NADA IGUAL: CAMBIARÁ TU FORMA DE VER LA VIDA.
Oh sí,
claro… vaya exagerada, ¿no? ¡No será para tanto! Bueno, pues que sepáis, lectores
y lectoras escépticos y descreídos, que el hecho de adoptar una perspectiva
distinta hace que lo veamos todo de modo diferente. Esto no es metafísica, es
óptica, y funciona.
Imbuirte de esta
manera en un modelo de vida que tiene tan poco que ver con el que llevas
normalmente, romper el hábito, vivir en movimiento, implicarte realmente con
una experiencia que toca en tu interior tantos resortes, no te deja indiferente
por mucho que quieras o no quieras.
Date la oportunidad
de vivirlo y verás que algo cambia radicalmente en tus esquemas. Hay cosas que
sólo pueden aprenderse viajando de esta manera: no te prives de incorporarlas a
tu forma de entender y contemplar más ampliamente el mundo que te rodea.
8. NO VALE QUE TE LO
CUENTEN: TIENES QUE VIVIRLO.
El Camino
hace y deshace, te lleva por sendas no planeadas, y tiene
para cada uno
consecuencias diferentes. Te empequeñece y, al mismo tiempo, te hace sentir
valiente: agota todas tus fuerzas y luego te las devuelve. Es, sin duda, la
gran metáfora de la vida, que te destroza y te maltrata para hacerte después
regalos que no pueden pagarse en modo alguno.
Ir hacia atrás o
quedarse quieto demasiado tiempo es impensable: es traicionar el espíritu del
caminante, es malgastar el valioso tiempo, las limitadas fuerzas. Es perder la
meta. Hay que seguir adelante, siempre, con dolor o con fatiga, que la
recompensa vendrá, seguro, nunca se sabe bajo qué forma.
¿Te vas a quedar sin
saber qué se siente?
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